Fotografía ESCAC
Para este proyecto me planteé desde un principio qué quería mostrar y qué quería dejar a la
intuición. Lo que me interesaba, sobre todo, eran las personas que vienen al bar cada día. Es un
bar lleno de hombres, apenas he visto entrar 2 o 3 mujeres en las semanas que he estado
fijándome. De hecho, según me dice la dueña María, las mujeres de ellos no les dejan venir al
bar, pero ellos siguen viniendo cada día. El proyecto surge desde 2 frentes: el hecho de que me
vean (o, al menos, me vieran cuando empecé a acudir diariamente) como un extraño o como
alguien con ideas completamente contrarias a las suyas y, por tanto, no se fiarían de mí; surge,
también, por mi observación hacia ellos desde la ventana de mi cuarto cada día: cada día se
emborrachan (a pesar de la prohibición de las mujeres de la mayoría de ellos) y casi cada día
terminan a gritos, pero siempre terminan volviendo días más tarde, una vez más amigos, cuando
las discusiones son más fuertes. Desde mi ventana he visto como se peleaban, como rompían la
mesa de la terraza, he visto llegar a la policía y detener a dos personas. Está el trapicheador,
Manolo, desempleado de 54 años que se dedica a trapichear con tarjetas T10 de Ferrocarril
falsas y solamente se las vende a los clientes de un solo día. Está Chema, adicto a las máquinas
tragaperras y con la suerte de tener un empleo. También está Jesús, jubilado (y previamente
desempleado durante años) que fue minero, pintor de brocha gorda, padre, al que ahora su
mujer e hijos ignoran y cuya única diversión es venir diariamente al bar. Layton, exsoldado en la
época franquista y firme defensor de Franco. Sergio, que recientemente ha encontrado un
trabajo en las obras. Javier Rosales, ecuatoriano desempleado. Darwin, inmigrante ilegal del
que todos dicen que es una gran persona y Alex, montañero, padre de 3 hijas y separado. Todas
estas personas bajo la atenta mirada de María, recientemente nacionalizada española, que
permanece impasible (al menos exteriormente) ante todos los gritos, los trapicheos, las peleas y
los constantes comentarios racistas. María tiene bastantes problemas al hablar español y,
aunque a mi me cuesta mil ayudas entenderla, todo el resto del mundo parece haber
desarrollado la habilidad para entenderla. Aunque en un principio la comunidad que se ha
generado en este bar me creó un rechazo, el proyecto me hizo cambiar por completo de idea al
ver que, aún con sus graves defectos, todo el mundo se aprecia y comprende todas las penurias
que han pasado a lo largo de su vida o que están sufriendo en la actualidad; entre ellos se ayudan
y se dan una razón para seguir adelante con sus vidas.
Estás dinámicas, que tanto tardé en comprender, viraron por completo la idea del proyecto:
ahora ya no los quería retratar borrachos, peleándose o gritando, los quería retratar como
personas dignas que no reniegan de sus penurias pasadas y que tienen el anhelo de seguir
adelante.
Ahora, con las especificaciones técnicas del proyecto:
Como son ellos los que me interesan, y no tanto el bar en sí mismo, he decidido usar un 50mm
con el que puedo aislarlos del fondo. En todas las fotografías he usado una apertura focal de
F/1.4 para conseguir este aislamiento y, además, crear un aura en la que solamente lo más
importante es aquello que está enfocado.
Respecto a la iluminación, está tomada a todas horas del día, tanto en interior como en exterior,
pero siempre en sombra. La luz en esta calle es suave a todas horas menos a primera hora del día,
por lo que no hubo muchos problemas. He usado en al menos 3 fotografías reflejos de los
cristales de los coches y de las puertas del bar para mejorar la luz en las personas retratadas,
creando un esquema básico de Luz principal y de relleno. Respecto a las de interior, al menos 3
de ellas están realizadas cuando el Sol da directo al bar, mejorando la luz tanto en el fondo como
en la cara.
Realicé la fotografía de María aún sin saber si realizaría el proyecto en color o blanco y negro;
pronto decidí que las ropas y el tono de piel de ellos me era poco importante. No quería que la
mirada fuera hacia cómo visten pues, a pesar de que más de uno viste de manera desordenada, lo
que me interesaba realmente era la observación sobre las texturas en su piel y su ropa, si
acababan de salir del trabajo y por ello tenían la cara y la ropa manchada o si, por el contrario,
iban impecables. En este caso, el color no aportaba nada y, en mi opinión, llevaría a la confusión
sobre los motivos del proyecto, por lo que pronto elegí el blanco y negro.









